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miércoles, marzo 22, 2006

Ginkgo biloba, Goethe, Hiroshima y diseño inteligente

Por qué habrá cosas de este mundo simplemente nos fascinan, desde la primera vez que nos encontramos con ellas, y de una forma que es difícil explicar con palabras. A mí me ocurre con este árbol, el ginkgo, del cual he decidido hablar esta noche.




mi arbol
Lo descubrí en el instituto, haciendo un herbario para la clase de biología. Y entre todos los árboles que encontramos en el parque de la Fuente del Berro, éste me impresionó.





Un flechazo, que más tarde se convertiría en algo más profundo. Era un árbol espectacular, con el follaje amarillo (era invierno) pero todavía en sus ramas, aunque algunas empezaban a formar un pequeño manto dorado en el suelo. Sus hojas eran también curiosas, con forma de abanico o de corazón.






Luego en clase nos explicaron que estos árboles aparecieron hace 270 millones de años, en el período Pérmico, al final de la era Primaria. Darwin se refirió a él como fósil viviente. Bajos sus hojas nacieron y se desarrollaron los dinosaurios hasta convertirse en los amos del mundo. Luego, al extinguirse, cuando los mamíferos se extendían por todo el planeta, estos árboles cubrían grandes zonas de hemisferio norte pero fueron desplazados por otras especies vegetales más modernas, con sistemas polinización mucho más evolucionados y complejos.







Y el ginkgo quedó como el único sobreviviente de aquel remoto pasado. Siendo en la actualidad el ser vivo más antiguo del Planeta.





Cuando la extinción amenazaba la especie, los habitantes de Chekiang, región al sudeste de China, lo adoptaron y plantaron Ginkgos alrededor de los monasterios y sitios sagrados del budismo y se extendió a Corea y Japón, evitando la desaparición de esta rareza botánica.
Los chinos observaron que el Ginkgo tenía ejemplares macho y hembra, cada uno con características propias. Esto encajaba perfectamente con su visión dualista del mundo: El Yin y el Yang. Este dimorfismo sexual es raro en el mundo vegetal.





*abanicos*
Ante la presencia de este extraordinario árbol, lo que más llama la atención, es la forma curiosa de sus hojas en abanico, "lobulares" o "flabeladas". Están formadas por "acículas", como las de las coníferas (gimnospermas) modernas, pero soldadas entre sí, formando una superficie uniforme y continua. Sus colores también son impactantes, varían desde el verde brillante a principios de la primavera, hasta el dorado en otoño.

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